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Ballet sin barreras

«El prototipo de bailarín de ballet clásico no suele ajustarse al físico característico de los peruanos: cuello, tronco, brazos comúnmente cortos, baja estatura…eso no debe ser un estigma ni una barrera».

Así explica María del Carmen Silva, bailarina profesional retirada, por qué decidió crear una escuela de ballet para aquellas niñas cuyas familias no podían permitirse una clase de ballet. Ella quiere romper con los estereotipos del ballet y hacerlo inclusivo sin importar el dinero o el físico.

«El cuerpo perfecto o los mejores trajes, para mí no son importantes, en mi clase destacan los que tienen disciplina», explica Silva.

Quería evitar elegir en función de sus capacidades, ya que seleccionar significaría dejar atrás a algunos de ellos. Así que decidió no hacer audiciones, todo el mundo era bienvenido a sus clases. El efecto de esta medida fue conmovedor para ella. Recibió cartas de agradecimiento.