É de manhã cedo em Terra Chá, na província de Lugo, com um dia nublado sobre as planícies, onde também se nota o êxodo rural, apesar de ser a zona com maior atividade pecuária da província.
Olga mira los primeros rayos de sol a través de la ventana después de levantarse de la cama.
Las gallinas de Fernando en el campo. La precariedad está presente en los entornos rurales. Quienes viven de la tierra tienen dificultades económicas. «Lo que me salva es que apenas gasto en comida porque como todo lo que produzco y lo que producen mis animales», dice Fernando.
Adela y Manuel son los últimos habitantes de un pueblo que en su día tuvo 13 casas habitadas. Adela y Manuel terminan el día invernal y lluvioso jugando a las cartas, cuidando de los animales y recogiendo los huevos de sus gallinas.
Herminia cuida de Victorina, de 93 años, la madre de Pepe. Pepe, por su parte, revisa sus pastillas, ya que sufrió un derrame cerebral hace unos meses y no puede moverse por sí mismo. Mientras tanto, María, la hermana de Herminia, le ayuda con la cocina. Herminia también se ocupa del huerto. Sigue esperando la aprobación del departamento de asuntos sociales para poder solicitar ayuda, pero lleva meses en esta situación.
Magdalena observa los molinos de viento, que, según ella, solo han aumentado la despoblación porque la riqueza se queda en las grandes industrias energéticas. Magdalena Fernández Cortiñas vive en un pueblo con su hijo de 40 años y otro vecino de 80, Abel. Dice que todo se ha despoblado muy rápidamente. El ganado apenas le da para vivir y la situación se ha complicado desde que murió su marido. Su hijo trabaja de vez en cuando en el bosque, un salario que ayuda al hogar.
Ofelia reúne su rebaño de ovejas con una viejo todoterreno.
Las regiones de Ancares, en las montañas de Lugo, en el norte de España, al caer la noche. La gran dispersión geográfica hace que el territorio esté plagado de pueblos en los que, en muchos casos, solo vive una persona. La dispersión geográfica de la región acentúa el éxodo rural, ya que la soledad y el aislamiento son mayores.
Domingo tiene 88 años y vive solo en un pueblo aislado de A Fonsagrada. Enciende la estufa de leña en una fría noche de invierno.
Jornada laboral de uno de los últimos pastores de Manzaneda, Manolo de Palleirós. Las cabras y ovejas pasan el verano en el curro, un recinto donde duermen y comen hierba de los prados durante el día. Los hermanos Palleirós se turnan para estar con ellas en la montaña durante días.
La despoblación es el proceso por el cual las acciones u omisiones políticas conducen a la desaparición de la población de un territorio. La muerte por despoblación es lenta y silenciosa. Es despiadada con el territorio, la naturaleza y el patrimonio. La situación no es menos dramática para las personas que viven o, mejor dicho, resisten en el medio rural. Los que viven en la más absoluta soledad en una España silenciosa, silenciada y mal llamada vacía. En realidad, aún no está vacía.
Europa es el continente más envejecido del mundo. Una de las regiones más afectadas por el envejecimiento según Eurostat es Galicia. Hay un alto porcentaje de personas mayores con falta de autonomía residencial o con cierto grado de dependencia que se resisten a abandonar la tierra donde han vivido toda su vida. Viven solos donde los cuidados y la asistencia brillan por su ausencia. Contextos sociales extremadamente preocupantes ante la insuficiencia de recursos por parte de la administración y la pasividad, llena de violencia implícita, de los actores políticos implicados. Gran parte de la población envejecida se encuentra abandonada en estas zonas con falta de atención y una cobertura sociosanitaria muy limitada.
Son territorios tradicionalmente minifundistas debido a la sinuosa orografía que imposibilita la producción intensiva. El actual mercado voraz de macroproducción y sobreproducción, la falta de telecomunicaciones y conexiones de calidad hace que la pirámide demográfica en la mayoría de los territorios esté invertida. Hay núcleos de población donde la pirámide ni siquiera tiene base debido a la baja natalidad y al éxodo rural masivo.
La despoblación de las zonas rurales es una de las causas de numerosos problemas medioambientales como el aumento de la voracidad de los incendios forestales o el incremento de la erosión del suelo.
Si no hay cambios radicales en este sentido: la muerte de los últimos habitantes rurales traerá consigo la muerte de un modelo social y entonces será una España vacía.