Diálogos con las Plantas

Comunidad de Tutumberos, Amazonas, Perú 2021. «Esto es lo que contaba nuestro mundo», así se expresa Victoria Chamik entre canción y canción. Victoria es una mujer de origen awajún de la región Amazonas, al norte de Perú. «Les voy a cantar una canción que aprendí el día que perdí a mis padres. Es para despedirme». Los awajún son descendientes de los jíbaros, que mantenían una relación particular con la muerte. Según su cosmovisión, el Ser se divide en dos espíritus, el iwaji, que desaparece del mundo material, y el iwakani, que permanece en la tierra. Por eso los awajún consideran que los árboles, las plantas y los animales de la Amazonia son en realidad los espíritus que se quedaron para proteger el equilibrio de la selva. Los ancianos y líderes indígenas de la Amazonía peruana están desapareciendo y, junto con ellos, se desvanece la memoria viva de la selva y su biodiversidad. La crisis ambiental y social ha impactado a las comunidades indígenas, poniendo en riesgo la transmisión de conocimientos que nos permiten relacionarnos con la complejidad de su territorio.

Comunidad Calleria, Ucayali, Perú 2023. El lenguaje es un sistema de signos simbólicos que nos sirve para comunicarnos y configurar nuestro pensamiento, en relación a cómo percibimos y nos relacionamos con un territorio. Los nombres de las plantas en lenguas indígenas revelan secretos. Una palabra puede ser un concepto, el nombre de una planta puede ser una receta, el conocimiento de cómo usarla. Así, durante cientos de años, los pueblos indígenas han conservado sus conocimientos y su forma de relacionarse con el bosque a través del lenguaje.

Comunidad de Brillo Nuevo, Loreto, Perú 2022. Retrato de Elber Manuel Ruiz fumando tabaco en el bosque por la noche. Elber heredó de sus antepasados el hábito ritual de fumar tabaco natural, que inicia largas y profundas conversaciones entre sabios y sabias. Pero también, según la cosmología bora, el tabaco es una forma de comunicación con los seres del bosque, espíritus protectores de la biodiversidad.

Yolanda Ruiz, líder bora, delante de su maloca, lugar donde practican rituales de su cultura, pero también punto de encuentro de sabios y sabias.

Comunidad de Brillo Nuevo, Loreto, Perú 2022. Detalle de Yolanda Sánchez acariciando las orugas comestibles que crecen en su jardín botánico. Yolanda es una mujer indígena bora y guardiana de la última maloca de la comunidad. Cuando falleció su marido, el último curaca, Manuel Ruiz, ella tomó el relevo y, con la ayuda de sus hijos e hijas, mantiene la casa tradicional, la Maloca. Además, Yolanda cuida de un jardín botánico donde su marido encontraba plantas medicinales cuando trataba a algún miembro enfermo de la comunidad.

Retrato de Nelita Rodriguez, una mujer Iskonawa quien a la edad de 10 años fue desplazada de su territorio y alejada de su tribu de no contactados. Desde entonces se ha visto forzada a vivir en territorio Shipibo y aprender su lengua. Nelita es una indígena de contacto inicial y también una de los últimos 4 Iskonawas en hablar su lengua original.

Retrato de José Luis Flores aplicándose el ambil o ampiri, una pasta hecha de hoja de tabaco que él mismo prepara en la maloca de la comunidad. Según la cosmovisión bora, esta pasta de tabaco es la que despierta el conocimiento y el poder de la palabra.

Laguna de Yarinacocha, Pucallpa, Ucayali, Perú, 2020. Retrato de Rusber Rucoba tumbado entre las hojas de la hierba matico. Rucoba es un voluntario curandero tradicional shipibo-konibo. Las hojas de matico, también conocidas como «Roca-roca Noi Rao» en su lengua nativa, es la planta medicinal más importante de la región amazónica para curar problemas respiratorios. Los nombres de las plantas en las lenguas indígenas revelan secretos. Una palabra puede ser un concepto, el nombre de una planta puede ser una receta, el conocimiento de cómo usarla. Así, durante cientos de años, los pueblos indígenas han conservado sus conocimientos y su forma de relacionarse con la selva a través de la lengua.

Las plantas no nos abandonan y nosotros no abandonamos las plantas», afirma Ronald Suárez, presidente de la organización indígena Coshikox. Un grupo de Shipibo-Konibo buscando hierbas medicinales en la selva. Según su cosmovisión, los espíritus de la selva amazónica sólo salen de noche para rondar entre los árboles y dejarse oír como poderosos sonidos.

Pucallpa, Ucayali, Perú 2020. Antes del amanecer, Adelina Pinedo (54), curandera shipibo-konibo, prepara el fuego para hervir plantas medicinales como el matico (Piper aduncum) que utilizará para hacer sus vaporizaciones tradicionales. En la mayoría de las comunidades indígenas, las mujeres toman la iniciativa de conservar las plantas y, sobre todo, de garantizar la transmisión de sus recetas. Adelina, por ejemplo, las heredó de su madre y sus abuelas.

Retrato de Eric Ruiz, indígena bora, con una maraca tradicional para rituales. Heredó la gestión de la Maloca, un lugar donde se reúnen sabios y sabias para compartir sus conocimientos sobre plantas y biodiversidad. Actualmente en Peru, solo existe una última Maloca de la cultura Bora. Eric gestiona ahora este lugar junto con su madre Yolanda.

Pucallpa, Ucayali, Perú 2023. La mano de Nelita Rodríguez y su nieta. Nelita es una mujer indígena iskonawa que, a la edad de 10 años, se vio obligada a abandonar su territorio y fue colocada en una situación de contacto inicial. Hoy, Nelita es una de las cuatro últimas iskonawa que habla su lengua original. Su cultura, su lengua y su historia están en peligro de extinción.

Comunidad de Cantagallo, Lima, Perú, 2020. Retrato de Sanken Runa cubierta con una hoja de plátano en la comunidad urbana Shipibo-Konibo de Lima. Runa es curandera, heredó sus conocimientos de su padre, fallecido en 2017. Como muchos indígenas de la Amazonía, Runa migró a la ciudad junto con sus conocimientos y los aplica cada vez que ella o algún miembro de su familia está enfermo. Al conocer su historia, le hice un retrato con la única hoja de árbol que encontramos en la ciudad de Lima, para que se relacionara con ella, para representar cómo los indígenas encuentran refugio en sus plantas y cómo se relacionan con la naturaleza.

Brillo Nuevo, Loreto 2022. Detalle de la espalda de un indígena siendo tratado con vaporizaciones de plantas medicinales del Amazonas. Ante la falta de acceso a la sanidad pública y a los medicamentos, los indígenas bora se autoorganizan para acceder a las plantas como medicinas alternativas y paliativas para tratar síntomas como la fiebre, los dolores musculares o las infecciones estomacales.

Brillo Nuevo, Loreto 2022. Retrato de Yolanda Ruiz, mujer líder que durante muchos años administró la Maloca, lugar de reunión de sabios y sabias de Bora, junto a su esposo Manuel. Cuando él falleció, Yolanda se entristeció mucho. Por eso sus hijos la trataron con la planta del tabaco. Según la cosmología Bora, la hoja de tabaco tiene propiedades beneficiosas para aliviar las almas en pena.

El uso de plantas psicoactivas está íntimamente ligado al animismo indígena, que atribuye almas a las plantas. Más allá de ser consideradas seres vivos, las plantas ocupan un lugar y un papel central en la sociedad indígena.

Comunidad de Brillo Nuevo, Loreto, Perú 2022. Según la cosmología Awajun, el ser humano tiene dos espíritus: el primero es el Iwaji, que se encuentra en el iris y la pupila del ojo. El otro, se llama Iwakani y forma parte de la sombra del cuerpo. El Iwaji se desvanece cuando una persona muere. Pero el Iwakani permanece y se convierte en algo conocido como Iwanch, un espíritu errante que adopta diversas formas en el bosque y lo protege.

Lago Yarinacocha, Pucallpa, Ucayali, Perú 2020. Celinda Cahuaza, curandera shipibo-konibo, a orillas del lago Yarinacocha con las hojas de Yuna Rao sobre su cuerpo. Celinda Cahuaza heredó los conocimientos sobre plantas medicinales de su padre, un curandero indígena. La planta Yuna Rao que está utilizando es una hierba medicinal muy conocida e importante en la cosmología shipibo-konibo. Su nombre se traduce como «hierba que cura» y se utiliza para los síntomas de la fiebre. Celinda accedió a hacerse un retrato con su planta especial en la orilla del Yarinacocha, ya que crece cerca del lago.

Los defensores del bosque y curanderos indígenas arriesgan sus vidas para salvaguardar la última conexión espiritual con las plantas medicinales de la Amazonia peruana.

Las plantas respiran, sienten y se comunican entre sí, con su entorno y con los animales, utilizando la luz y otros procesos químicos. «¿Cómo logran los curanderos encontrar las propiedades exactas, cuando hay 80 mil especies de plantas superiores en el bosque? Hay una posibilidad en 6.4 billones para encontrar la receta correcta», afirma el antropólogo Jeremy Narby. Los curanderos Ashaninka y Bora sostienen que sus conocimientos sobre el uso específico de las plantas, solas o mezcladas, nacen de diálogos con ellas mismas. Con los espíritus de las plantas.

A través de sus recetas, usan el químico psicoactivo que les lleva a diferentes estados de conciencia. A lo largo de cientos de años, esto les ha proporcionado información clave sobre cómo sobrevivir en el vasto territorio de la Amazonia.

Sin embargo, las actividades extractivas están destruyendo su mundo. En Perú, se han deforestado más de 203.272 hectáreas de bosque en los últimos dos años, un 37% más que en 2019 con cifras crecientes. Narcotraficantes, madereros ilegales, mineros y otros han tomado el control de los recursos naturales. Solo desde 2020, 20 líderes y defensores han sido asesinados. Los indígenas de la Amazonía peruana están desapareciendo y, junto con ellos, se desvanecen conocimientos vitales sobre el uso de las plantas más raras.

En el momento en que seamos conscientes de la conexión física y espiritual de los pueblos indígenas con las plantas, todos podremos implicarnos en su protección. Confío en que la fotografía sea un medio legítimo para dar a conocer su mundo sensible, para alzar su voz y aportar su punto de vista al mundo. Un archivo para celebrarlos y sensibilizar a las generaciones futuras.