Nataly consumiendo pasta base de cocaína, en un momento de soledad y desesperación. Su consumo, que se ha prolongado por más de 15 años, refleja no solo una adicción crónica, sino también la ausencia de contención emocional y la falta de sentido en su vida diaria.
Nataly besándose con una joven. Aunque se identifica como bisexual, sus vínculos afectivos con mujeres han sido más significativos, marcados por el cuidado y la contención emocional que no encontró en sus relaciones con hombres, muchas de las cuales estuvieron atravesadas por el maltrato.
Natalia excibe cortes en los brazos, Durante las crisis de angustia y abstinencia, Nataly busca formas de aliviar el dolor emocional que la desborda, en un intento por encontrar algo de calma en medio del sufrimiento.
La casa de Nataly, un espacio marcado por la precariedad y la soledad. Aquí convive con su hija y su madre enferma, enfrentando a diario las dificultades económicas, el abandono emocional y las secuelas de años de consumo.
Nataly consume pasta base de cocaína mientras está embarazada. Un amigo le toca el vientre, intentando percibir si su hija reacciona al consumo. La escena refleja la normalización del uso de drogas en entornos de vulnerabilidad, así como la falta de acceso a redes de apoyo y atención oportuna durante el embarazo.
Nataly durante su embarazo, un periodo atravesado por el consumo problemático de drogas, la falta de apoyo emocional y la precariedad. A pesar de las dificultades, intentó cuidar a su hija por nacer en medio de un entorno marcado por la soledad y la desprotección.
Nataly comparte un momento de cercanía con una amiga, uno de los pocos espacios donde se siente escuchada y acompañada. En medio de una vida marcada por el dolor, las relaciones afectivas le ofrecen instantes de contención y respiro emocional.
Nataly con su hija recién nacida en brazos. A pesar de las dificultades atravesadas durante el embarazo y el consumo de drogas, el nacimiento de su hija marcó un momento de esperanza y una profunda conexión emocional en su vida.
Nataly en estado de abstinencia debido a la falta de droga. Durante estos momentos enfrenta intensas crisis físicas y emocionales, reflejo del profundo sufrimiento que provoca el síndrome de abstinencia.
La madre de Nataly, visiblemente desgastada por su enfermedad y la difícil situación que atraviesa debido a la adicción prolongada de su hija. Su rostro refleja el cansancio físico y emocional que conlleva cuidar a un ser querido en circunstancias tan complejas.
La hija de Nataly, una niña que crece en medio de las dificultades y desafíos que enfrenta su familia, simbolizando la esperanza y la necesidad de apoyo para un futuro mejor.
La casa de Nataly, un espacio pequeño y modesto donde conviven las dificultades económicas y emocionales que enfrenta la familia. Este lugar refleja la lucha diaria por mantener un hogar en medio de la adversidad.
Nataly comprando pasta base de cocaína, un reflejo de la realidad de muchas personas atrapadas en el consumo de esta droga de alto impacto, vinculada a la precariedad social y la falta de redes de apoyo.
La hija de Nataly jugando en su casa, un instante de inocencia y alegría en medio de un entorno marcado por desafíos y dificultades.
La madre de Nataly consolando a su hija y nieta tras una fuerte pelea familiar. En medio del conflicto y la tensión, este gesto refleja la búsqueda de reconciliación y el anhelo de mantener la unidad en un hogar marcado por la adversidad.
La casa de Nataly, un refugio modesto donde se entrelazan las luchas cotidianas, la precariedad económica y el anhelo de construir un espacio de paz para su hija y su madre, a pesar de las dificultades que enfrentan.
La hija de Nataly pasa largas temporadas encerrada en su habitación, un reflejo de las dificultades emocionales y la falta de estímulos que enfrenta en un entorno familiar complejo y marcado por la precariedad.
La madre de Nataly yace en cama gran parte del tiempo debido a sus problemas pulmonares, enfrentando el desgaste físico y emocional que afecta tanto su salud como la dinámica familiar.
Natalia en proceso de desintoxicación, pasando largos períodos encerrada en su habitación mientras enfrenta el intenso síndrome de abstinencia, un momento difícil y doloroso en su camino hacia la recuperación.
La hija de Nataly pasa largas jornadas en soledad, a veces ausente y ensimismada, mostrando signos de tristeza y depresión en medio de un entorno familiar complejo.
La historia de Natalia (38) refleja una realidad compleja que va más allá de la adicción: es el testimonio de una vida marcada por la soledad, la falta de afecto y un profundo vacío existencial. Durante más de 15 años ha sido consumidora de pasta base de cocaína, atrapada en un ciclo del que no ha logrado salir, en gran parte por la ausencia de una red de apoyo emocional y social.
A pesar de varios intentos por rehabilitarse, Natalia ha debido enfrentar sola su lucha. Su entorno no le ofrece contención ni esperanza. Vive a diario una soledad silenciosa, donde el peso de criar a su hija y cuidar a su madre postrada se convierte en una carga emocional casi insoportable. Siente que debe sostener un hogar desde el desgaste, sin fuerzas, sin rumbo claro y sin espacios para sanar.
La detección de su consumo durante el embarazo y el breve proceso de rehabilitación que siguió evidencian la falta de intervenciones sostenidas por parte del sistema de salud. Natalia no necesitaba solo dejar la droga: necesitaba reconstruir su historia desde la dignidad, el afecto y el acompañamiento continuo. La falta de oportunidades laborales y educativas agrava aún más su exclusión.
El consumo de pasta base, introducida en Chile en los años 80, está estrechamente ligado a contextos de vulnerabilidad. Su bajo precio y fácil acceso la han convertido en una droga prevalente en sectores empobrecidos. Los efectos devastadores —neurológicos, pulmonares y cardíacos— se suman al deterioro emocional que produce el entorno de consumo.
Chile lidera el consumo de pasta base de cocaína en Sudamérica, y los adolescentes figuran como el grupo más afectado. Según el Estudio Nacional de Drogas en la Población Escolar 2019, el 1,7% de los escolares ha consumido esta sustancia, con una edad de inicio alarmantemente temprana: 13,8 años.
El caso de Natalia revela la urgencia de enfrentar el problema de las drogas desde una perspectiva integral. No basta con abordar la adicción como un hecho aislado; es fundamental considerar el contexto de abandono, precariedad y falta de sentido que la rodea. Se necesitan políticas públicas que incluyan prevención, salud mental, redes de apoyo y acompañamiento afectivo, especialmente en contextos donde la vida parece no tener salida.
Este proyecto de largo aliento comienza su seguimiento el año 2009 aprox y continua hasta la fecha.