La Argentina de Milei Desde la asunción del presidente Javier Milei, Argentina atraviesa una de las crisis más paradigmáticas de su historia reciente. Mientras las promesas de crecimiento y libertad económica llenan los discursos oficiales, en las calles la realidad es muy distinta: caída del consumo, despidos masivos, desfinanciamiento del sistema público y un Estado cada vez más ausente. Hay manifestaciones de jubilados que exigen pensiones dignas, trabajadores de prensa agredidos, estudiantes que luchan por defender la educación pública y despedidos por el cierre de empresas. También hay represión: balas de goma, gas y sangre. La violencia estatal crece en paralelo a la desesperación social, y la calle se convierte en un escenario cada vez más hostil para el que protesta y defiende sus derechos. __ Una jubilada es golpeada por las fuerzas de seguridad durante una manifestación en el Congreso de Buenos Aires organizada para exigir mejoras en sus pensiones. Bajo el gobierno del presidente Javier Milei, las jubilaciones han perdido poder adquisitivo, lo que ha profundizado la crisis en la tercera edad.
Un hombre con discapacidad en situación de calle reposa en Plaza Constitución, Buenos Aires junto a una bandeja con restos de comida. En el contexto del ajuste fiscal implementado por el gobierno de turno, se han recortado programas de asistencia para personas con discapacidad, al tiempo que la pobreza afecta a más del 50 % de la población. Las organizaciones sociales advierten sobre el crecimiento de la exclusión y el deterioro de las redes de contención estatal.
El presidente Javier Milei saluda a sus fanáticos mientras se retira de la Casa Rosada, epicentro del gobierno argentino.
Jubilados enfrentan los escudos de la policía para impedir que las fuerzas de seguridad avancen sobre la manifestación. Cada miércoles, personas mayores se movilizan al Congreso Nacional para reclamar un aumento en sus pensiones, que hoy rondan los 285.000 pesos mensuales —menos de 250 dólares al tipo de cambio oficial—, muy por debajo del costo de vida.
Un camión hidrante apunta hacia los manifestantes en un intento de dispersar una movilización frente al Congreso de la Nación. Producto de la violencia desatada más de 120 personas fueron detenidas y al menos 46 resultaron heridas. Organismos como la ONU y Human Rights Watch denunciaron el uso excesivo e indiscriminado de la fuerza, e instaron al gobierno a investigar la represión de esa jornada.
Laura Pomillio, periodista de la agencia nacional de noticias Télam, pasa el día en una carpa instalada por los trabajadores frente al edificio de la redacción para exigir la reincorporación a sus puestos. El presidente Javier Milei anunció el cierre de la agencia durante su discurso de apertura en la Asamblea Legislativa tras asumir el cargo, y los trabajadores aún reclaman la restitución del servicio.
Tato Rodríguez, estudiante de Historia, está rodeado de pupitres durante la toma de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La ocupación formó parte de una serie de protestas contra los recortes presupuestarios en la educación pública, que pusieron en riesgo el funcionamiento de universidades en todo el país.
Olga, una jubilada, cocina en su casa con verduras que recogió de la calle. Como miles de personas mayores en Argentina, sobrevive con una pensión mínima que no cubre la canasta básica. Muchos jubilados recurren a comedores comunitarios o a la ayuda de vecinos para alimentarse, en un contexto de deterioro sostenido del poder adquisitivo y falta de políticas integrales de asistencia.
El fotoperiodista Pablo Grillo es herido en la cabeza por una cápsula de gas lacrimógeno disparada durante una represión frente al Congreso. El impacto le provocó una fractura múltiple de cráneo, pérdida de masa encefálica e hidrocefalia. Tras casi tres meses en terapia intensiva, fue dado de alta y continúa su recuperación en un hospital de rehabilitación. El ataque se inscribe en un contexto de hostigamiento sistemático a la prensa durante las manifestaciones.
Un jubilado se aleja de una manifestación que se tornó violenta frente al Congreso. Las fuerzas de seguridad reprimieron con balas de goma, gases lacrimógenos y camiones hidrantes una protesta pacífica por el aumento de las pensiones. Organismos de derechos humanos han denunciado el uso desproporcionado de la fuerza contra personas mayores, manifestantes desarmados y trabajadores de prensa en reiteradas jornadas de movilización.
Desde la asunción del presidente Javier Milei, Argentina atraviesa una de las crisis más paradigmáticas de su historia reciente. Mientras las promesas de crecimiento y libertad económica llenan los discursos oficiales, en las calles la realidad es muy distinta: caída del consumo, despidos masivos, desfinanciamiento del sistema público y un Estado cada vez más ausente.
Hay manifestaciones de jubilados que exigen pensiones dignas, trabajadores de prensa agredidos, estudiantes que luchan por defender la educación pública y despedidos por el cierre de empresas. También hay represión: balas de goma, gas y sangre. La violencia estatal crece en paralelo a la desesperación social, y la calle se convierte en un escenario cada vez más hostil para el que protesta y defiende sus derechos.
Desde a posse do presidente Javier Milei, a Argentina atravessa uma das crises mais paradigmáticas de sua história recente. Enquanto as promessas de crescimento e liberdade econômica preenchem os discursos oficiais, nas ruas a realidade é muito diferente: queda no consumo, demissões em massa, desfinanciamento do sistema público e um Estado cada vez mais ausente.