Un marinero mira a través de la ventana de un barco pesquero en el Mar Argentino. “Un pescador quiere pescar igual que un cazador quiere cazar. Queremos volver con la carga llena, y cuanto más, mejor”, explica el capitán Cacho. “Si salgo y atrapo camarones pero en la red vienen 300 merluzas y 200 cajones de camarón, no puedo traer todo eso a la empresa.” El capitán Lobito explica por qué se desecha tanta pesca al mar: “La empresa es la que te maneja, y por los desperdicios que quedan en el fondo del mar, cada vez hay más centollas en esta zona.” Cuando los barcos levantan las redes, capturan las especies buscadas y otras que entran por accidente. Esto se llama pesca incidental o captura accesoria. Una vez a bordo, la tripulación devuelve al mar todo lo que no tiene valor comercial.
En 2023, la Fundación Mundo Marino rescató a un pingüino de Magallanes enredado en líneas de pesca. En Argentina, más de un millón de parejas de pingüinos de Magallanes habitan 71 colonias a lo largo de 4.500 kilómetros de costa.
Borboroglu, director de The Penguin Society, destacó que los desafíos actuales para los pingüinos incluyen el cambio climático, la contaminación, los efectos adversos de la pesca y la degradación del hábitat. Enfatizó que la mala gestión de las pesquerías comerciales es una gran amenaza global para los ambientes marinos. La competencia por alimento en las zonas de alimentación de los pingüinos y la captura incidental durante las operaciones de pesca representan “impactos significativos” para el bienestar de estas aves carismáticas.
El langostino se exporta desde Argentina tanto entero como en colas. España y Japón prefieren el langostino entero, mientras que China y Estados Unidos solo consumen las colas. Procesar el langostino dentro del país agrega valor al producto y genera miles de empleos.
Sin embargo, este procesamiento deja casi 50 toneladas de cabezas que impactan significativamente en el ambiente. Algunas empresas aún arrojan las cabezas de langostino en basurales municipales a cielo abierto en la provincia de Chubut. En los últimos años, esto ha provocado graves problemas ambientales en la Patagonia, como la contaminación del suelo y del agua subterránea, la emisión de gases a la atmósfera, y el aumento de la población de gaviotas cocineras, que se alimentan de estos desechos y pueden actuar como vectores de enfermedades para las ballenas.
En 2021, algunas empresas iniciaron un proyecto para tratar los residuos de langostino. Aunque todavía está en desarrollo, los restos de langostino pueden ser usados en diversas industrias, desde la elaboración de harinas hasta la farmacéutica.
Las botas y pantalones de trabajo de la empresa procesadora de mariscos Veraz están manchados con el pigmento rojo del langostino. Argentina cuenta hoy con la mayor pesquería de captura silvestre de langostino (Pleoticus muelleri) del hemisferio sur.
Barco fresquero trabajando en la costa de la provincia de Chubut, Argentina. Los crustáceos presentan varios rasgos importantes que aumentan su productividad intrínseca y su capacidad de recuperación, lo que promueve incrementos continuos en las capturas, a pesar de la sobreexplotación generalizada y el agotamiento de otras especies. Estos rasgos han permitido que los crustáceos se adapten y se beneficien de una amplia gama de alteraciones antropogénicas, como la sobreexplotación o la degradación del lecho marino causada por el arrastre de fondo, algunas de las cuales son intervenciones directas destinadas a favorecer las poblaciones de crustáceos, mientras que otras son resultados indirectos e indeseados de otras acciones.
La planta procesadora a bordo de un buque pesquero de langostino en aguas argentinas está momentáneamente detenida mientras la tripulación trabaja para izar la red con una nueva captura destinada a esta instalación. Este barco puede traer hasta 30.600 kg de langostino fresco al finalizar la faena por su salida al este.
Sushi de langostino. Según el Servicio Nacional de Pesca Marina, en el mundo consumen aproximadamente 4 mil millones de kilogramos de langostinos al año. El 45% de langostinos es capturado con pesca de arrastre, mientras que el otro 55% es producido en granjas de langostinos.
En 2011, la Fundación Mundo Marino recibía unos 20 tiburones por mes afectados por la pesca. Un tiburón angelote y cuatro gatopardos no pudieron ser liberados y se mantienen para fines educativos.
Mirta García, profesora e investigadora, explica que los tiburones tardan años en madurar y tienen baja capacidad de regeneración. Son depredadores tope: su ausencia provoca un efecto en cascada que afecta todo el ecosistema. El suroeste del Atlántico es vital para la supervivencia del tiburón angelote.
La captura incidental, o bycatch, es la pesca descartada muerta o herida por no tener valor comercial o estar prohibida. En la pesca de langostino, tiburones, rayas y mantarrayas quedan atrapados frecuentemente. Esta problemática preocupa cada vez más a nivel mundial.
«En una época se peinaban los bigotes de los langostinos que se exportaban a Japón» cuenta uno de los exportadores. Desde el año 2000, los langostinos se han consolidado como el producto marino más consumido per cápita en Estados Unidos, superando incluso al atún enlatado. Según el Instituto Nacional de Pesca, el consumo de langostinos en ese país ha mostrado un aumento constante desde 2013, alcanzando su punto máximo en 2021 con un promedio de 2,6 kg por persona.
Los langostinos representan el 38 % del consumo anual total de mariscos en Estados Unidos, superando en volumen combinado al atún enlatado, la tilapia, el abadejo de Alaska, el pangasius, el bacalao y el cangrejo. Esta tendencia no es exclusiva de Estados Unidos: se proyecta que el mercado global de langostinos crecerá a una tasa anual del 6,72 % en los próximos cinco años, alcanzando un valor estimado de 69.350 millones de dólares para 2028 (sustainablefisheries.uw.org).
Toneladas de cabezas de camarones son arrojadas a una pila orgáni- ca en el Centro Ambiental Patagónico en Puerto Madryn, Argentina. Este proyecto, creado hace dos años por cinco empresas, busca reducir el impacto ambiental investigando los diversos usos de las cabezas de camarón, desde harina hasta productos farmacéuticos. Argentina exporta camarones tanto enteros como en colas. Procesar los camarones en el país agrega valor al producto y crea miles de puestos de trabajo. Sin embargo, esto deja atrás 50 toneladas de cabezas que tienen un impacto significativo en el medio ambiente. Algunas empresas aún arrojan las cabezas de camarón en los vertederos municipales a cielo abierto en la provincia de Chubut. En los últimos años, esto ha causado graves problemas ambientales en la Patagonia, como contaminación del suelo y del agua subterránea, la liberación de gases a la atmósfera y el crecimiento de la población de gaviotas cocineras.
El langostino es, por lejos, el marisco más consumido del mundo, seguido por el salmón y el atún enlatado. Según el Servicio Nacional de Pesca Marina, el consumo mundial de langostinos alcanza aproximadamente 4 mil millones de toneladas al año, de las cuales 170 mil toneladas se consumen en España.
En las aguas del Mar Argentino, la pesca industrial del langostino se constituye como una fuente clave de alimento y trabajo. Es una especie de “oro naranja” que, para quienes viven de su explotación, proporciona sueldos tan altos que ni siquiera los petroleros pueden igualar.
Sin embargo, esta próspera industria, que parece no tener límites en la extracción del recurso (algo que los especialistas aún no logran explicar dada su abundancia), trae consecuencias para la salud del mar. La pesca es la actividad extractiva con mayor impacto sobre la biodiversidad de la zona.
En paralelo a su crecimiento, apalancado por la abundancia del langostino, se ha producido la merma de otras especies. Además, gran parte de lo que se pesca no llega a puerto: hay estadísticas que indican que se devuelve al mar diez veces más de lo que se guarda en las bodegas. Miles de toneladas de cáscaras de langostinos son arrojadas al mar, causando todo tipo de consecuencias para el equilibrio de las aguas y los suelos. Mientras tanto, la pesca incidental de esta enorme maquinaria arrasa con especies clave como rayas, tiburones y tortugas.
Todo esto plantea una encrucijada: ¿cómo aprovechar esta oportunidad de ingresos y generación de empleo en un país en crisis, sin profundizar una degradación marítima que lleva décadas?