Quienes no pueden quedarse en casa

Dada la falta de máscaras, algunos han decidido fabricarlas ellos mismos, como Kareen, nacido en Melilla hace 35 años. Ha trabajado como carpintero y ahora se encuentra en paro desde hace varios meses.

BARCELONA — Ellos no pueden quedarse en casa porque no tienen hogar. Duermen en la calle o en casas ocupadas en Barcelona. Son españoles y extranjeros, con documentos son sin ellos que ha venido a España en busca de una vida mejor. Algunos son refugiados, jubilados de bajos ingresos, inmigrantes, personas que han perdido sus hogares e incluso algunos ciudadanos que han decidido vivir en la calle como experiencia vital.

Viven en tiendas de campaña rudimentarias o en pisos ocupados ilegalmente. Tienen graves problemas para poder acceder a alimentos y productos de primera necesidad de manera regular. Dependen en muchos casos de las donaciones de asociaciones de vecinos para poder comer de manera regular. En algunos casos, la prolongación de su vida en la calle les está ocasionando problemas derivados con el consumo de drogas.

La crisis del coronavirus ha hecho que empeorara la precaria situación que ya venían viviendo en la mayoría de los casos.

Algunos son de Afganistán, Irán, Colombia, Venezuela o el Sáhara Occidental. Actualmente duermen en Casa Cádiz, un lugar ocupado del centro de Barcelona. La historia de la casa comenzó en 2018, cuando un comando para personas sin hogar, dirigido por el activista rumano Lagarder Danciu, ingresó a las instalaciones.
Josefin, de 27 años, es una chica sueca que llegó a Barcelona acompañada de su novio. Su intención era pasar un tiempo en Barcelona, para posteriormente ir a trabajar a Málaga. Llevan muchos días en la calle y las adicciones empiezan a causar estragos en sus vidas. Viven en una tienda de campaña en el Poble Sec. Esperan que pase la crisis del coronavirus ir, por fin, a Málaga.
Kareen come algo mientras otros miembros de la casa ocupada descansan. Durante estos días, es difícil hacer más de una comida al día.
Spyridon Dentakos, de 49 años, es de Grecia. Productor musical, compositor y un sinfín de profesiones. Un auténtico personaje que habla más de una decena de idiomas y ha viajado por medio mundo. Actualmente vive en la calle en una pequeña tienda de campaña ubicada en Poble Sec, un lugar común para las personas sin hogar en el área. Hace algún tiempo decidió experimentar la sensación de vivir en la calle en su propio cuerpo.
Jones, de 24 años, lleva varios meses viviendo en Casa Cádiz. Dejó el Sahara para buscar una vida mejor en España. Es especialista en diseño e informática. La crisis del coronavirus le ha dificultado encontrar trabajo.
Daniel, de 41 años, es un arquitecto español que vive en una casa ocupada del Raval. Está reacondicionando un espacio de La Bartola que lleva mucho tiempo sin limpiar. Entre los escombros aparece un retrato de familia que vivía en ese lugar.
Kareen, toma un café mientras otro miembro de la casa ocupada está fregando los platos.
Voluntarias distribuidoras de alimentos que colaboran con la Red de Apoyo Mutuo del Raval (barrio de Barcelona). Desde el comienzo del confinamiento, unas 20 personas se han organizado para compartir alimentos, proporcionar empleo y asesoramiento de vivienda. Esta iniciativa del vecindario, impulsada por un grupo de jóvenes, conecta a las familias y personas sin techo que necesitan alimentos y tiendas que pueden donar cualquier tipo de alimentos, generalmente crudos como verduras o conservas.
Un joven inmigrante residente en el Raval (Barcelona) espera la entrega de alimentos en un centro integrado que proporciona alimentos y apoyo a muchas familias del vecindario. A raíz de la crisis del coronavirus, el acceso a los alimentos ha aumentado en las familias con menos recursos financieros.