Primavera del 2020
Todo comienza cuando pensamos en una primavera que está a punto de llegar. Nuestros sentidos se preparan casi como las flores se adentran en su proceso de antesis, abriéndose a plenitud para recibir nuevos olores, colores o destellos y un aire algo más cálido que el de días anteriores. Pero resulta que la voz de «¡Corten!» nos sorprendió de igual manera que en un rodaje. Quedamos sin más, paralizados, limitados dentro y fuera de nosotros mismos para convertirnos en ambulantes de un espacio cada vez más estrecho y menos lúcido. Así comenzó un nuevo viaje. Transitamos sin destino día tras día hasta que el instinto de supervivencia nos recordó quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde pretendemos ir. Fue justo en este punto donde la tragedia se pudo transformar en luz, en amor.
«Primavera del 2020» es el nombre que lleva por título esta serie. La añoranza por dicha estación, habitando una urbe carente de vegetación, excepto dos pequeñas macetas de Calathea, me condujo nuevamente al colorido imaginario de mis jardines, allí donde las luces, los matices, los aromas y las formas no entienden de límites. Por cada instante de ansiedad que me acechaba, respondía con una flor. Aquella flor que me sospechaba en recaída se transformaba en alivio.
Durante los últimos tiempos de pandemia, los gobiernos y las sociedades han desarticulado maneras de hacer, costumbres y esquemas, en función de la adaptabilidad a una nueva normalidad. Este ejercicio precisamente encuentra su réplica en mis mascarillas. Descompongo y transformo cada uno de los patrones para crear nuevas figuras, nuevas formas que nos trasladan, sutilmente, a aquellas que le dieron origen, pero desde otra perspectiva. Partiendo de una técnica del patchwork (Foundation paper piecing) trato de convertir el proceso de estas piezas de pequeño formato, en un juego con diferentes soportes: tela, hilo, papel vegetal y cartulina, que se combinan y viajan en direcciones variadas para tomar un camino al que aún no se le vislumbra un final. De primavera a verano, de estación en estación, estas piezas han ido cobrando vida. Hoy recorren la ciudad en rostros de conocidos y amigos, y nos legan la primavera como un estado permanente.