Bienvenidos a Cracolândia

«¡Cracolândia está jodida! Tiene sus reglas y no se puede vacilar, pero es como un quilombo, una pequeña comunidad, hay lugar para todos». Por casualidad o por destino, ese es el consejo que recibí de un chico cuando empecé a visitar regularmente la región de Cracolândia, hace dos años. 

Estrela y Jennifer posan para un retrato junto al flujo de usuarios. Cracolândia es como un quilombo, una pequeña comunidad que tiene sus reglas, pero que da la bienvenida a todo el mundo.

A lo largo de los años el territorio, que ocupa una manzana junto a la estación de ferrocarril, en el distrito de Luz, en el centro de São Paulo, ha sido asociado con denominaciones despreciativas. En la década de los 50’s era conocido como el «cuadrilátero del pecado», debido a la fuerte concentración de prostitutas que tenía. Entre 1960 y 1970 se le llamó «boca de basura», porque contaba con pequeñas salas de cine independiente brasileño, que exhibían películas pornográficas.

Fábio trabaja lavando ventanas de coches en el semáforo y ha vivido en Cracolândia durante muchos años.

No fue hasta 1990 que la región recibió el nombre con el que se conoce hoy. Cracolândia viene a significar «tierra del crack», debido al tráfico y al consumo exacerbado de drogas de la zona. 

Abinel frente al proyecto «Da Pedra para a Rocha», que se dedica a la rehabilitación social de los dependientes químicos. Durante la pandemia, la institución ha estado distribuyendo alimentos y productos de limpieza e higiene personal diariamente.

Cuando la propagación del Coronavirus aumentó en São Paulo, decidí seguir de cerca el impacto de la pandemia en uno de los lugares más marginados de Brasil. Así fue como empecé a retratar a la gente de allí y a escuchar sus historias. 

Lo que pude observar es que el escenario, incluso ante un brote de virus, ha cambiado poco. La intervención de las autoridades, antes y durante la pandemia, es la mismo, casi inexistente. 

Las organizaciones no gubernamentales «Novos Sonhos» y «Ação Retorno» aseguran la distribución de comidas a los residentes. Ambas han estado operando en el área por más de 10 años y lo siguen haciendo durante la pandemia

La ausencia de programas continuos de políticas públicas agrava la situación. Las calles de la zona están invadidas por la venta y el consumo de sustancias, semejante a una feria llena de puestos, y casi nadie lleva mascarilla.

El colectivo «Bike System» es una iniciativa de un grupo de amigos que comenzó a recorrer el centro de la ciudad en bicicleta, distribuyendo kits de higiene a las personas en condiciones desfavorables. Los integrantes brindan música y alegría; y entregan globos, jabones y sándwiches a niños del vecindario.

Estructurado por la gestión anterior, el programa Braços Abertos ofreció, durante tres años, la posibilidad de alojamiento, alimentación y empleo a los llamados trabajadores químicos. A pesar de algunas contradicciones, el proyecto proporcionó dignidad a muchas personas que vivían en estado de vulnerabilidad. 

Entrega de canastas básicas frente al Teatro Faroeste. Durante más de 20 años, la galardonada compañía de teatro «Pessoal do Faroeste» se ha dedicado a investigar los alrededores de la Estação da Luz. Sus producciones teatrales retratan la vida social y política del pueblo brasileño a través de la imaginación popular. Durante la pandemia, la empresa ha ayudado a muchas familias y a residentes del territorio.
Janaina vive con 6 de sus 8 hijos en las afueras de Cracolândia. Actualmente es asesora de la Coordinación de Políticas para la población sin hogar, y lucha diariamente por los derechos de los habitantes de la región

Sin embargo, después de este período, un cambio político puso fin al programa. Admisiones coercitivas de usuarios en clínicas de desintoxicación fueron acompañadas por operaciones policiales masivas. Esto fue urdido con el objetivo de crear un proyecto de ‘reconstrucción urbana’ que valorara el saneamiento y el ‘aburguesamiento’ del territorio.

Desde hace más de 20 años, Doña Graça gestiona la Pensión Dino Bueno, situada en el corazón de Cracolândia. Con solo pocas habitaciones alquiladas, la posada también sirve como refugio para animales abandonados en el vecindario. Actualmente, unos cuarenta perros, veinte gatos y un pato viven juntos, repartidos en distintos pisos del edificio.

En los últimos años, la lucha contra las drogas se ha convertido en una excusa para demoler los barrios marginados y construir nuevos edificios, buscando ganancias para las grandes empresas constructoras y reemplazando a los residentes pobres por gente de clase alta.

No hay manera de expresar el impacto que tiene el acceso a un baño en la autoestima de personas sin hogar. Durante la pandemia, el proyecto «Banho pra Geral» ofrece duchas y cuidados higiénicos a los usuarios sin vivienda.
Adriana y su familia viven en Cracolandia desde hace varios años. Para ella, el vecindario es tranquilo y seguro, porque hasta el día de hoy ningún usuario le ha faltado el respeto. Recientemente, recibió como donación un andador que le ayuda a salir de casa con seguridad y a sentarse cuando está cansada

El número de contagios en Brasil, especialmente en São Paulo, aumenta diariamente. Incluso en un escenario de pandemia, el gobierno de la ciudad continuó con su ideal de revitalización urbana: mantuvo cerrada la única estructura que ofrecía recursos básicos para la higiene personal de los usuarios, y solicitó autorización a la justicia para cerrar las pensiones de la región, desalojando a las familias que vivían en el barrio.

Mara vive con sus tres hijos. Desde finales de marzo, cuando las instituciones educativas cerraron, la situación de los niños ha sido peor debido a que la escuela les brindaba alimentación. Durante la pandemia, muchas familias de las zonas más vulnerables de la ciudad están sobreviviendo gracias a donaciones.
El colectivo «Tem Sentimento» fue creado por Carmen, una trabajadora social que, debido a su involucramiento con la población de la región de Cracolândia, emprendió el proyecto de educación informal basado en el autocuidado en las calles. Actualmente está desarrollando un taller de moda que incluye clases de corte y confección, personalización y artesanía, con el fin de generar ingresos para las mujeres cis y trans.

En el flujo de tráfico y consumo no existe el distanciamiento social, mascarillas o gel desinfectante. Sin embargo, hay pocos casos de personas con síntomas de contagio. Los casos que realmente han resultado positivos pueden ser contados con los dedos de una mano. 

Camila ha estado involucrada en Cracolandia durante 10 años. Residente de una pensión en la región, su mayor sueño es dejar el crack y convertirse en modelo

Algunas personas se preguntan cómo una población tan expuesta aún no ha sido diezmada. La gente de la zona bromea irónicamente con que es el humo lo que mantiene alejado al virus. 

Con más de 700 drogadictos circulando en las calles día y noche, y a pesar de tener un historial complicado, Cracolândia no es un lugar sin esperanza. La solidaridad existe a través de la sociedad civil y de organizaciones que mantienen alianzas con el gobierno municipal. La ayuda llega en forma de canastas de alimentos básicos. Además de la distribución de alimentos y mantas, se reciben palabras de consuelo.

Enrique aprendió a cortar cabello cuando era adolescente y llevaba 18 años trabajando como peluquero hasta que se fue a vivir en las calles de Cracolandia. Durante los últimos 18 años ha ejercido esta profesión en este sector marginado de Sâo Paulo. Ahora trabaja como peluquero en una acera de la región, pero mantiene su espacio con tanto cuidado que su acera parece la entrada de una peluquería.

Entre foto y foto me acerqué a muchos usuarios. Cada trayecto es único, y la dependencia del crack y el alcohol, devastadora, pero las razones detrás de estas condiciones van más allá de la adicción; reposan en la desigualdad, el desempleo y la falta de accionar del poder público para ayudar a las personas a recuperarse. 

Jefferson dice que consume, pero no ha sido consumido por las drogas. Le encanta hacer trabajos manuales y tiene el deseo de encontrar un buen empleo para superar su adicción.

Para quienes pueden verla desde fuera, la imagen de Cracolândia se resume en el tráfico y el consumo. Aquellos que amplían su percepción desde un enfoque interior, pueden ver su complejidad y sus matices. 

Nunca volví a ver al chico que me aconsejó a mi llegada, pero no olvidaré sus palabras. Algunos ven a Cracolândia como un escenario de violencia, pero, paradójicamente, para muchos es, quizás, la única opción de refugio.