El virus se comió mi vida
“El amor se comió mi paz y mi guerra. Mi día y mi noche. Mi invierno y mi verano.
Se comió mi silencio, mi dolor de cabeza, mi miedo a la muerte.”
João Cabral de Melo Neto
La fotografia es mi manera de comprender el mundo en el que existo, habito y respiro. Es también un ejercicio de solidaridad y humildad, que me enseña a verme en los demás. Es un espejo, un puente, un salvavidas.
En estos días en que la vida está detenida y nos sentimos agobiados e intranqui-los, en estos días que se arrastran y se enganchan en las esquinas de la cama, en las puertas y ventanas, en los guantes de látex y en los trastes de la cocina, en estos días la fotografía me ha enseñado a mirar hacia adentro, a reconocerme.
Este pequeño diario visual es mi intento de buscar sentido a lo que no tiene senti-do: el misterio de la vida, el dolor humano. Busco el origen de mi propio dolor y miedo, la desesperación silenciada por las voces nerviosas que salen de los noti-cieros en la tv. Estas horas de letargo, tan parecidas a aquellas de las tardes de verano después de la playa… pero no, no son la misma cosa.
Igual que la vida, yo me he detenido también. Y me he puesto a mirar. Sin prisa. Mirar hacia arriba, al cielo, a las nubes y a la luna; hacia abajo, a la tierra que me ancla, a las flores caídas, al pequeño árbol que empieza a dar su primer fruto. Y hacia adentro, a un dios cualquiera que, quién sabe, tal vez pueda salvarme.