El virus se comió mi vida

Phoenix, Arizona, Marzo 2020. Diario visual del aislamiento.

“El amor se comió mi paz y mi guerra. Mi día y mi noche. Mi invierno y mi verano.

Se comió mi silencio, mi dolor de cabeza, mi miedo a la muerte.”

João Cabral de Melo Neto

La fotografia es mi manera de comprender el mundo en el que existo, habito y respiro. Es también un ejercicio de solidaridad y humildad, que me enseña a verme en los demás. Es un espejo, un puente, un salvavidas.

En estos días en que la vida está detenida y nos sentimos agobiados e intranqui-los, en estos días que se arrastran y se enganchan en las esquinas de la cama, en las puertas y ventanas, en los guantes de látex y en los trastes de la cocina, en estos días la fotografía me ha enseñado a mirar hacia adentro, a reconocerme.

Este pequeño diario visual es mi intento de buscar sentido a lo que no tiene senti-do: el misterio de la vida, el dolor humano. Busco el origen de mi propio dolor y miedo, la desesperación silenciada por las voces nerviosas que salen de los noti-cieros en la tv. Estas horas de letargo, tan parecidas a aquellas de las tardes de verano después de la playa… pero no, no son la misma cosa.

Igual que la vida, yo me he detenido también. Y me he puesto a mirar. Sin prisa. Mirar hacia arriba, al cielo, a las nubes y a la luna; hacia abajo, a la tierra que me ancla, a las flores caídas, al pequeño árbol que empieza a dar su primer fruto. Y hacia adentro, a un dios cualquiera que, quién sabe, tal vez pueda salvarme.

La conexión con el mundo
El lugar más seguro
Lo que antes era tan banal
Los ritos de paso ya no son los mismos
Sobre el cielo que nos protege
Las flores de abril
Una oración. ¿Para quién?
Autorretrato con máscara
Contraluz y el pequeño limonero
Antes de la oscuridad