Soy parte de esto

Esta es la nueva basura del momento generada por el excesivo cuidado higiénico para protegernos del covid19.  Durante los paseos con mi perro fotografío guantes y mascarillas tirados por las calles y las veredas.  Pienso en su significado más allá de lo ecológico.  Alguien ha venido a taparnos la boca y robarnos las sonrisas.  Me pregunto quién y qué carajos han hecho con nuestros afectos.

Javier, mi compañero, nos espera en casa.  Vive sus días con cierto pesimismo, convencido de que esta crisis mundial no nos cambiará.  Sin embargo, también está su amor por la naturaleza y su sensibilidad por los animales, cualidades que lo anclan a la vida y le permiten encontrar la belleza en lo más pequeño.   La fotografía también me permite investigar la cotidianidad de estos dos seres que amo,  sus dinámicas de convivencia y sus rituales inadvertidos.   

Javier toma té de hierba mate mientras mira por la ventana. Nuestro perrito, Pelucón, descansa a sus pies. Una pequeña mesa en la sala se ha convertido en mesa de desayunos y almuerzos. Nos ayuda imaginar que estamos en un restaurante con una gran vista a la ciudad.
Vivimos en las faldas del volcán Pichincha. Es común que los escorpiones bajen a territorios cercanos, buscan un lugar donde guarecerse por la explotación de su hábitat. Nos atemorizan, pero vemos en ellos una belleza singular. Según la astrología el escorpión simboliza la destrucción y el renacimiento.
Javier sopla las velas. Su cumpleaños es el 2 de abril, este año cumplió 46. Le hice budín de pan, la receta de mi abuela. Este postre solo lo hago por Navidad, pero dadas las circunstancias, lo he preparado para esta ocasión especial.
Javier siempre está al tanto de las noticias mundiales. Como en los partidos de fútbol televisados que se muestra el resultado del encuentro y los minutos corridos, en este periódico se muestra como va el “partido del coronavirus” en Argentina, su país natal, con sus contagios, recuperados y muertos. Pelucón permanece recostado sobre su regazo.
Foto de la familia de Javier. Sus padres fallecieron hace varios años, y su hermana vive en Buenos Aires con sus hijos. El amor por las plantas lo heredó de sus padres, a quienes ha recordado en esta cuarentena hasta en los gestos más pequeños.
Retrato de Javier en la cocina de nuestra casa luego de escuchar un programa radio sobre la situación del coronavirus en Argentina. Javier llegó a Ecuador desde Argentina hace seis años. Desde entonces no ha podido regresar a visitar a su hermana ni a sus sobrinos.
Mascarillas y guantes cuelgan de un armador en el patio de nuestra casa. Hoy son para nosotros una prenda más de vestir. Las usamos poco, cuando paseamos a nuestro perro o cuando salimos al supermercado una vez por semana. Se siente extraño cuando no las llevamos con nosotros.
Pelucón se relaja en la sala de nuestra casa. Su simpatía y calidez han hecho mucho más llevadera la cuarentena. Siempre nos preguntamos si sabrá lo que está pasando.
La orquídea es una de las flores más complejas de la naturaleza con una estructura reproductiva muy evolucionada. Esta flor la rescató Javier de un jardín abandonado hace varios meses. Ha florecido durante la cuarentena.
Javier y Pelucón duermen la siesta en un cuarto de la casa donde la cama no ha sido tendida. A veces el tedio nos consume y la incertidumbre es avasallante, pero poco a poco nos hemos acostumbrado a este ritmo de vida tan distinto y pausado.