De pronto, la epidemia ya no me parecía Irreal
Nos pareció que era una suerte pasar aquí la cuarentena: a un pueblo casi desierto no puede llegar la epidemia.
Nos pareció que era una suerte pasar aquí la cuarentena: a un pueblo casi desierto no puede llegar la epidemia.
Un par de mirlos en el cable de la luz,
un moscardón en la pared
y tambaleados por el viento unos manteles que se agitan a murmullos.
Las casas zumban…
Hagamos silencio. Paremos: se paró el mundo. Luchemos para soportar la angustia de estar aislados y encerrados cuando quisiéramos estar juntos, en asambleas, en plazas.
Una mariposa bate las alas. Su movimiento es leve e imperceptible. Tan bello y tan catastrófico para el pueblo donde el terremoto se desencadenará irremediablemente.
Que se congele el tiempo,
así puedo sacar a la calle,
todos los escombros,
lo que sobra
Cuando pueda volver al mar, a mis montañas, a mis bosques de niebla ojalá sea capaz de sentir ese mismo asombro.
Que se muera el arlequín
disfrazado de viuda en el imperio inmundo, que se muera el que parió monstruos y lo proclamaron santo
el calendario tiene una rosa muerta entre sus hojas, la lluvia es una pátina, una caricia trágica, una niña corriendo descalza en el desierto