¿Qué es el POY Latam?



El POY Latam fue creado en 2011 por Pablo Corral Vega y Loup Langton para celebrar la excelencia de la fotografía documental en Iberoamérica. A lo largo de los años se ha consolidado como el concurso sin fines de lucro más importante de la región, con un rasgo único en el mundo: un juzgamiento público, abierto y transparente que convierte cada edición en una escuela viva de fotografía.

Más que una premiación, el POY Latam es un espacio de encuentro y aprendizaje. A través de concursos, exposiciones, talleres y publicaciones, impulsa el talento de miles de fotógrafos y creadoras visuales, defendiendo la dignidad humana, la memoria y la diversidad de nuestras sociedades.

En esta página encontrarás la galería de los ganadores del POY Latam 2025, un testimonio visual de la fuerza, la creatividad y el compromiso de quienes cuentan las historias que definen a nuestra región.

El POY Latam es el certamen de fotografía documental más importante de Iberoamérica

Los números

En su edición 2025, el POY Latam recibió 20.732 imágenes enviadas por más de 1.155 creadores visuales de todos los países de Iberoamérica. Las deliberaciones públicas, transmitidas en vivo, fueron seguidas por decenas de miles de personas a través de nuestras plataformas de streaming, confirmando que el POY Latam no es solo un concurso, sino un espacio de aprendizaje colectivo y una verdadera comunidad en torno a la fotografía documental.

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FOTÓGRAFOS

Información importante

La próxima edición del POY Latam será en el año 2027


El POY Latam es un concurso bianual que, desde su creación en 2011, se ha celebrado en distintas ciudades y países de Iberoamérica, convirtiéndose en un referente para la fotografía documental de la región.

Desde 2021, el concurso se realiza en formato virtual, lo que permite reunir a jueces y técnicos de múltiples países y compartir las deliberaciones con una audiencia cada vez más amplia. La edición 2025 convocó a decenas de miles de seguidores en todo el mundo, confirmando al POY Latam como una escuela abierta, un espacio de encuentro y una comunidad viva en torno a la imagen.

Nuestro concurso madre

El Pictures of the Year International (POY), fue creado en 1944 por la escuela de periodismo de la Universidad de Missouri-Columbia. Su programa de fotoperiodismo es el más antiguo del mundo y uno de los más respetados.

Juzgamiento transparente

El juzgamiento del POY Latam se transmite en vivo convirtiéndolo en uno de los pocos concursos en el mundo con una política de total transparencia y apertura. Todas las decisiones se toman de manera razonada y ante la mirada inquisitiva de la comunidad.

Consejo Consultivo

Las decisiones más importantes se toman como cuerpo colegiado. El consejo está constituido por Gael Almeida, Angela Berlinde, Maíra Gamarra, Manuel Ortiz, Yinna Higuera, Gisela Volá y Tiago Santana

El actual director

El director actual es Pablo Corral Vega, fotoperiodista, abogado, escritor, artista y gestor cultural ecuatoriano que ha publicado su trabajo en las revistas National Geographic y en otras publicaciones internacionales. Es el autor de ocho libros.

¿Qué costo tiene participar?

Es totalmente gratuito para los fotógrafos gracias a que recibimos el generoso aporte de varios auspiciantes. El POY Latam es un proyecto sin fines de lucro.

Misión y Visión


Conectar a los creadores visuales de Iberoamérica y construir comunidades a través del arte y la fotografía documental. Promover una comprensión profunda de los temas esenciales que enfrenta la humanidad, respetando siempre la dignidad de las personas y reflejando la riqueza y complejidad de nuestras historias.

Convertir al POY Latam en la plataforma más influyente de fotografía documental en Iberoamérica, un espacio abierto y pedagógico que proyecte las voces de la región hacia el mundo, fortaleciendo la democracia, la diversidad cultural y la memoria colectiva a través de la fuerza de las imágenes.

The New York Times

Este entusiasmo revela mucho sobre la rápida evolución del mundo del fotoperiodismo en América Latina. Cuando el Sr. Corral y el Sr. Langton se conocieron hace 20 años, un fotoperiodista en Quito, Ecuador, a menudo ni siquiera conocía a otros fotoperiodistas en las ciudades vecinas. Los fotógrafos de los países latinoamericanos trabajaban casi siempre solos, a menudo aprendiendo sobre sus propios países de fotógrafos nacidos en Europa y Estados Unidos cuyas imágenes adornaban las portadas de brillantes revistas internacionales.

Julie Turkewitz

The New York Times

© Greta Rico En 2011, los restos de Beatriz fueron encontrados junto a los de otras 24 mujeres en el Arroyo del Navajo, en Ciudad Juárez, México. Kevin tenía apenas dos años y quedó al cuidado de su abuela, Ana María. Cuando era pequeño y lloraba porque extrañaba a su madre, su abuela le decía que cerrara los ojos para poder verla con el corazón y la mente.

© Kita Wichhu “Poshumanos y sueños ciborg de + seres en los Andes” es un ensayo visual iniciado en 2023 en el departamento de La Paz, Bolivia, con base en sus pueblos altiplánicos y en la ciudad de El Alto.

Al Jazeera

La fotografía latinoamericana es demasiado amplia para ser definida en términos generalizadores. Sin embargo, existen algunas tendencias comunes en toda la región. Pablo Corral Vega, cofundador ecuatoriano de POY Latam, cree que el fotoperiodismo contemporáneo de la región está rompiendo con las formas tradicionales de mirar. Una primera tendencia es el olvido de la separación habitual entre arte y periodismo. La fotografía documental hace visibles los problemas urgentes que afectan a la sociedad, pero una generación joven está reinventando la forma en que las imágenes cuentan el mundo, y en qué consiste el fotoperiodismo. Moviéndose libremente entre el periodismo y la fotografía estética, difuminan las fronteras convencionales entre arte y noticias.

Manuela Picq

Al Jazeera


Los Ganadores de 2025

FORMATO CLÁSICO

Las categorías clásicas del POY Latam son el corazón del concurso: el fotoperiodismo documental, sin manipulación digital, que busca retratar con honestidad los grandes acontecimientos de nuestro tiempo y la vida cotidiana de nuestras comunidades. Aquí se reconoce la fuerza de una tradición que sigue siendo fundamental: contar la verdad a través de imágenes directas, capaces de informar, conmover y perdurar como memoria colectiva.

Al recorrer estas series, los jueces subrayaron conceptos esenciales: la importancia de la paciencia y la cercanía para narrar lo cotidiano, la necesidad de transformar la urgencia de la noticia en memoria visual, el poder del retrato para revelar identidades y ausencias, y la responsabilidad de los fotógrafos iberoamericanos de situar sus miradas tanto en la región como en los grandes conflictos internacionales. Las categorías clásicas del POY Latam reafirman así el sentido profundo del fotoperiodismo: dar testimonio, abrir preguntas y defender la verdad en tiempos de incertidumbre.

Mensaje del Director

El POY Latam no sería posible sin el trabajo generoso y comprometido de quienes lo hacen realidad. Quiero agradecer profundamente a los jueces de esta edición, que dedicaron horas intensas a mirar, discutir y reflexionar sobre miles de imágenes con rigor, sensibilidad y respeto. También a las moderadoras y al equipo técnico, cuya labor fue maratónica y precisa, garantizando que cada deliberación llegara a toda la comunidad con transparencia. Mi gratitud se extiende igualmente al Consejo Consultivo, un grupo de colegas y amigos que acompaña cada decisión estratégica del POY Latam y que asegura que este proyecto se construya como un cuerpo colegiado, abierto y plural. Y, por supuesto, a los fotógrafos y creadoras visuales de Iberoamérica que confiaron sus trabajos a este espacio: ustedes son el corazón del POY Latam.

El juzgamiento de 2025 fue, como siempre, una lección compartida. Durante varios días escuchamos a los jueces debatir sobre lo que significa narrar la vida cotidiana, registrar la noticia, retratar a las personas, resignificar la memoria o experimentar con nuevos lenguajes visuales. Hubo discrepancias y consensos, dudas y certezas, pero sobre todo hubo una convicción clara: la fotografía sigue siendo una herramienta esencial para entendernos como sociedades. Cada categoría se convirtió en una ventana para vernos desde dentro y también para reconocernos en la mirada que nuestros fotógrafos proyectan hacia el mundo.

¿Por qué es importante el POY Latam y por qué debemos continuar con él? Porque este concurso no es solo una premiación: es un proceso pedagógico, abierto y transparente, que fortalece a nuestra comunidad visual. Porque ofrece un espacio de reconocimiento y de aprendizaje colectivo, donde la experiencia de los jueces y las deliberaciones públicas se convierten en escuela para todos. Y porque, en un tiempo en el que la democracia, los derechos humanos y el medio ambiente enfrentan amenazas crecientes, necesitamos más que nunca imágenes honestas, críticas y profundas que nos recuerden lo que está en juego.

El POY Latam 2025 confirmó una vez más que la fotografía iberoamericana está en plena madurez: diversa, audaz, comprometida. Esa vitalidad nos impulsa a seguir adelante. Continuar con el POY Latam es, en el fondo, un acto de fe en la capacidad de las imágenes para construir memoria, defender la dignidad humana y abrir caminos hacia un futuro más justo.

Pablo Corral Vega

Fotoperiodista del Año


El debate en torno a la categoría de Fotoperiodista del Año giró sobre una idea central: la necesidad de que un portafolio no sea simplemente la suma de imágenes impactantes, sino la expresión de una mirada consistente, rigurosa y comprometida. Para los jueces, este reconocimiento exige versatilidad —la capacidad de transitar entre noticias, vida cotidiana, conflictos sociales y ensayos de largo aliento—, pero también coherencia, una voz visual capaz de sostenerse en distintos registros sin perder fuerza narrativa.

A lo largo de la deliberación aparecieron preguntas esenciales: ¿qué hace que una historia se vuelva relevante para toda una comunidad? ¿cómo se equilibra la urgencia del hecho noticioso con la profundidad de la mirada documental? ¿hasta qué punto el fotógrafo logra ir más allá del instante para construir un relato que aporte contexto y comprensión? En este espacio, los jurados insistieron en que la edición es un acto de autoría tan decisivo como el disparo de la cámara: la forma en que se construye un portafolio revela la claridad —o la fragilidad— de la visión periodística.

Los ensayos revisados mostraron la diversidad de preocupaciones que atraviesan a nuestra región y al mundo: desde la violencia contra la prensa en contextos de represión hasta la intimidad de familias que luchan por mantener un hogar en medio de la crisis habitacional; desde la dureza del exilio y la migración hasta la persistencia de la vida cotidiana bajo regímenes de ocupación militar. Cada proyecto abrió un debate sobre los alcances del fotoperiodismo: algunos destacaron por su valentía y acceso en situaciones de alto riesgo; otros por la delicadeza de narrar lo íntimo y lo vulnerable; y otros por su ambición de situar procesos locales en un marco global.

Al final, lo que más valoraron los jueces fue la capacidad de ciertos portafolios para combinar la fuerza de la denuncia con la sensibilidad del testimonio humano, construyendo imágenes que no solo informan, sino que invitan a comprender y a dialogar. Esa capacidad de sostener una mirada amplia y comprometida, de abrir preguntas más que de cerrar respuestas, fue la que definió al Fotoperiodista del Año.

Vida Cotidiana Individual


En la categoría de Vida Cotidiana, los jueces insistieron en que una buena fotografía no solo captura un instante, sino que ilumina quiénes somos y cuáles son los retos que enfrentamos día a día. La discusión giró en torno a la capacidad de una sola imagen para contener complejidad: lo íntimo y lo público, la belleza y la dureza de lo cotidiano, aquello que define la experiencia de vivir en Iberoamérica.

Las imágenes finalistas ofrecieron distintos ángulos de esa búsqueda. Desde la escena de un hombre en un autobús nocturno en Guatemala, donde la luz roja ilumina la rutina y el cansancio compartido, hasta la serena fuerza de un pastor guiando sus llamas en la puna argentina. También aparecieron fotografías que confrontaban la fragilidad y la esperanza, como la de una madre brasileña amamantando a su hijo con “huesos de cristal”, rodeada de sus hijas: un retrato íntimo de resiliencia, amor y desamparo estatal.

El jurado destacó que la vida cotidiana no siempre se encuentra en grandes gestos, sino en la persistencia de lo humano. Las fotos que sobresalieron lograron combinar una composición poderosa con un sentido profundo de pertenencia cultural. La imagen ganadora —la madre con sus hijos en la periferia de Cuiabá— fue reconocida como una síntesis dolorosa y luminosa de nuestra realidad: la vida que insiste en florecer aun en condiciones adversas. Otras escenas, como los juegos de niños proyectados en sombras sobre una cancha en Santiago o la intimidad compartida en un trayecto de bus, fueron celebradas como menciones destacadas, recordándonos que lo cotidiano también puede ser revelador y trascendente.

Vida Cotidiana Ensayo


En esta categoría, los jueces destacaron que un buen ensayo de vida cotidiana debe lograr lo más difícil: mostrar lo íntimo y lo común con hondura, revelar aquello que sostiene la vida diaria sin recurrir al dramatismo noticioso. La discusión se centró en cómo narrar lo cotidiano sin caer en la repetición, cómo encontrar en lo simple —el gesto, el espacio, la luz— la densidad de una cultura o de una comunidad. Se repitió una idea esencial: fotografiar la vida cotidiana es, al mismo tiempo, un acto de proximidad y de paciencia.

Los proyectos finalistas ofrecieron un mosaico diverso de aproximaciones. En Brasil, la fiesta del Imperio Calunga reveló la fuerza de las tradiciones afrodescendientes en un ensayo vibrante, con un uso intencional de la luz y el color que transmitía tanto lo ceremonial como lo íntimo. En Galicia, la mirada se posó sobre ancianos que resisten en pueblos despoblados: imágenes de gran delicadeza, capaces de transformar la soledad en un testimonio poético de dignidad y abandono. En Oaxaca, las cantinas se convirtieron en escenario para explorar la vulnerabilidad masculina, un espacio donde la dureza del machismo se disuelve por un instante en confesiones y silencios compartidos. Y en el Xingu, Brasil, un trabajo retrató ceremonias ancestrales que reafirman la identidad y la memoria de un pueblo indígena, aunque los jueces debatieron si la mirada debía ir más allá de lo ritual para acercarse a la vida diaria en toda su amplitud.

El consenso final valoró especialmente la autenticidad y la cercanía. El ensayo ganador, centrado en la celebración del Imperio Calunga, fue reconocido por transmitir la energía de una comunidad desde dentro, con imágenes que conjugan movimiento, retrato y composición en una narrativa moderna y honesta. Otros trabajos —el retrato íntimo de la vejez en Galicia, las emociones contenidas en las cantinas de Oaxaca y la espiritualidad del Xingu— fueron distinguidos como menciones destacadas. Para los jueces, todos ellos recordaron que lo cotidiano no es lo trivial: es la materia esencial de nuestra identidad, el terreno donde se juega la memoria, la resistencia y la esperanza.

Noticias Individual


En la categoría de Noticias individual, los jueces recordaron que una imagen noticiosa no puede apoyarse únicamente en la fuerza del acontecimiento. El impacto del instante es importante, pero debe ir acompañado de una narrativa clara, una composición precisa y un pie de foto que aporte contexto y responsabilidad ética hacia las personas retratadas. El debate giró en torno a la pregunta fundamental de cómo transformar la urgencia de la noticia en un documento visual que trascienda el momento y quede en la memoria colectiva.

Las fotografías finalistas mostraron la intensidad del pulso latinoamericano en los últimos años: la represión a jubilados en Buenos Aires, la humillación de un joven en Quito obligado a bajarse los pantalones frente a militares, el dolor en Guayaquil tras el asesinato de adolescentes a manos de fuerzas del Estado, o las protestas en Caracas contra la reelección de Maduro. También aparecieron imágenes de contextos menos visibles en los titulares, como la crisis sanitaria de los Yanomami en Brasil, donde comunidades enteras quedaron devastadas por la minería ilegal y la falta de atención médica. Estas fotografías recordaron que la noticia no siempre se limita a la plaza pública: también puede estar en la selva, en una casa devastada por un huracán, en la penumbra de un funeral.

La imagen ganadora —el velorio de un adolescente en Guayaquil, acompañado por sus compañeros de equipo— fue reconocida por su composición impecable y por la hondura emocional con la que transmite la tragedia de la violencia estatal. Otras imágenes destacadas, como la evacuación aérea de un enfermo Yanomami, la mujer indígena con lágrimas blancas de leche de magnesia durante una protesta en São Paulo, o el incendio que arrasó con casas en Valparaíso, ampliaron el panorama de lo que entendemos por “noticia”. Para los jueces, esta categoría reafirmó que el fotoperiodismo no solo registra hechos: nos ayuda a comprender su significado humano y político.

Noticias Ensayo

En la categoría de Noticias Ensayo, los jueces subrayaron que contar un hecho noticioso a través de una serie exige algo más que reunir imágenes impactantes: se trata de construir una narrativa visual coherente, capaz de sostener tensión, variedad y ritmo. Un buen ensayo no es un archivo de registros, sino una mirada que organiza y da sentido a la experiencia del acontecimiento. El debate giró en torno a qué ensayos lograban trascender el instante y ofrecer una historia con principio, desarrollo y cierre, y cuáles se quedaban en una sucesión de escenas sin hilo conductor.

Los proyectos finalistas abordaron algunas de las crisis más urgentes de nuestra región. Desde las inundaciones devastadoras en el sur de Brasil y el fuego que arrasó comunidades en México, hasta la represión política en Venezuela y los procesos migratorios en el Darién y Panamá. Otro trabajo destacado retrató la llegada de la tecnología satelital a comunidades amazónicas a través del Starlink, abriendo una discusión sobre cómo nuevas formas de conectividad reconfiguran la vida social y cultural en territorios aislados.

El ensayo ganador —centrado en la catástrofe de Valencia, España, donde barrios enteros quedaron sepultados en lodo tras lluvias torrenciales— fue reconocido por su fuerza narrativa y por la capacidad de fotografiar no solo la devastación material, sino también la dignidad y la desolación de quienes sobrevivieron. Los jueces valoraron la variedad de miradas del proyecto, desde la violencia caótica de la calle hasta la intimidad silenciosa de un hogar arrasado. Otros ensayos fueron distinguidos como destacados: la crisis penitenciaria en El Salvador, las elecciones en Venezuela, la migración truncada en Panamá, la irrupción de la conectividad satelital en comunidades amazónicas y los incendios en México. Para los jueces, esta categoría recordó que el ensayo fotográfico es una herramienta esencial del periodismo: nos permite comprender la escala humana de la noticia y conectar hechos dispersos en una narrativa con memoria.

Democracia & Derechos Humanos


Esta categoría puso en el centro una pregunta decisiva: ¿cómo puede la fotografía documentar los ataques y las amenazas a la democracia, y al mismo tiempo defender la dignidad de quienes sufren sus consecuencias? Los jueces insistieron en que un buen ensayo en este ámbito no se limita a registrar hechos de represión o protesta: debe también construir memoria, abrir espacios de reflexión y convertirse en un testimonio que, en el futuro, permita comprender lo que ocurrió en nuestra región.

Los proyectos finalistas ofrecieron un mapa inquietante de Iberoamérica: el intento de golpe en Brasilia y la violencia contra periodistas; la lucha de la oposición venezolana frente a un sistema autoritario; las detenciones masivas en El Salvador bajo el régimen de excepción; la represión letal de manifestaciones en Perú; y la persistencia de la memoria en Argentina, donde los juicios por crímenes de la dictadura siguen activos. También hubo miradas sobre los procesos migratorios en México y Centroamérica, que revelaron no solo la violencia del camino, sino también la angustia íntima de quienes se ven forzados a huir.

El ensayo ganador —dedicado al proceso electoral en Venezuela, desde las primarias opositoras hasta la persecución y el exilio— fue valorado por su solidez narrativa y por la manera en que convierte una crisis política en un relato humano. Los jueces destacaron la pertinencia del tema y la calidad de la edición, capaz de articular una historia clara y poderosa. Otros trabajos fueron reconocidos como destacados: las imágenes de Brasilia, con su mirada pausada sobre la violencia política; la documentación del estado de excepción en El Salvador; la denuncia de la represión en Perú; la migración en México en tiempos de políticas más restrictivas; y los juicios de memoria en Argentina. Todos recordaron que la defensa de los derechos humanos no ocurre solo en los tribunales o en los parlamentos, sino también en las imágenes que preservan la memoria de lo que no debe repetirse.

Retrato

El retrato es, quizás, el género más directo y más difícil: mirar a una persona a los ojos, y permitir que esa mirada revele algo más que un rostro. En esta categoría, los jueces subrayaron que un buen retrato debe trascender la superficie, debe contener historia, dignidad y contexto. Un retrato no es solo técnica: es también una relación de confianza y respeto, un pacto silencioso entre quien mira y quien es mirado.

Los proyectos finalistas mostraron la enorme diversidad de enfoques en Iberoamérica. Desde la intimidad desgarradora de comunidades indígenas en Colombia enfrentadas a una ola de suicidios juveniles, hasta la delicada transmisión de saberes ancestrales en Cusco, donde padre e hijo preservan juntos la tradición de reconstruir un puente incaico. Aparecieron también trabajos que exploraban el dolor de mujeres sobrevivientes de cáncer de mama retratadas con la crudeza del colodión húmedo, o el testimonio silencioso de familiares que sostienen la ropa de sus seres asesinados en las protestas de Perú. Y junto a esas miradas cargadas de dolor, un ensayo luminoso sobre las escaramuzas mexicanas celebró la fuerza y la gracia de mujeres jinetes que reivindican su lugar en un espacio históricamente masculino.

El ensayo ganador —centrado en la crisis de suicidios en el pueblo Embera del Chocó, en Colombia— fue reconocido por la profundidad y la valentía de su aproximación. Los jueces destacaron cómo esos retratos, íntimos y respetuosos, logran hacer visible una tragedia silenciada, preservando la dignidad de las personas retratadas y al mismo tiempo señalando la urgencia del problema. Otros proyectos fueron distinguidos como destacados: las escaramuzas en México, el relevo generacional en Cusco, la serie “Sobrevivientes” de mujeres con cáncer de mama y el retrato ausente de la ropa enlutada en Perú. Todos recordaron que, en última instancia, el retrato no solo muestra un rostro: nos enfrenta a la memoria, a la resistencia y a la capacidad humana de revelar la verdad en un gesto detenido.

Deportes

El deporte, en su esencia, no es solo competencia: es también ritual, catarsis, identidad y memoria. En esta categoría, los jueces insistieron en que un buen ensayo deportivo debe ir más allá del registro del triunfo o la derrota para mostrar cómo el deporte atraviesa culturas, familias y comunidades. Lo que se valoró fue la capacidad de los fotógrafos para descubrir en la práctica deportiva un espejo de nuestras sociedades: espacios de resistencia, de celebración y de pertenencia.

Los trabajos finalistas ofrecieron un recorrido amplio: desde la intimidad de una familia de jinetes en las alturas del altiplano peruano, que vive entre tradición, riesgo y duelo; hasta la euforia colectiva de los hinchas del Botafogo en Río de Janeiro, que transformaron un estadio en templo durante la final de la Libertadores. Hubo también historias de disciplina y sueños, como la de una adolescente boliviana que pelea por abrirse camino en el boxeo femenino, y narrativas sobre pueblos originarios que, a través de olimpiadas interculturales, defienden su tierra y cultura en nombre del deporte.

El ensayo ganador —centrado en las luchas extremas de la Zona 23, en la periferia de Ciudad de México— fue celebrado por su potencia narrativa y su complejidad visual. Los jueces destacaron la manera en que la serie articula acción, retrato y contexto, transmitiendo la violencia, la energía y la intensidad catártica de un espectáculo que es, al mismo tiempo, deporte y desahogo social. La edición impecable, el uso consistente del flash y la capacidad de retratar tanto a los luchadores como al público convirtieron este trabajo en un documento único. Entre los ensayos destacados quedaron la memoria ecuestre de la familia Parizoto en Perú, la pasión desbordante de los hinchas del Botafogo y la disciplina ancestral de los pueblos indígenas en sus juegos tradicionales. Todos recordaron que el deporte no solo se juega: también se vive, se hereda y se convierte en un relato colectivo.

Fotoperiodistas en el Mundo


Hace apenas una década eran escasos los fotógrafos iberoamericanos que lograban trabajar en los grandes escenarios internacionales. Hoy esa realidad ha cambiado: cada vez más fotógrafos de la región se codean con los mejores del mundo y aportan su mirada singular a los conflictos y transformaciones globales. Esta categoría celebra precisamente esa capacidad de nuestros fotógrafos para narrar historias más allá de nuestras fronteras, con una sensibilidad que combina el rigor del fotoperiodismo internacional con la profundidad cultural de Iberoamérica.

Los proyectos finalistas mostraron un mapa de crisis y desafíos que definen nuestro tiempo: la tragedia migratoria en el Mediterráneo, donde los rescatados mezclan esperanza y desarraigo; la violencia en Líbano, marcada por los bombardeos y la presencia de milicias; la guerra olvidada en Cisjordania y la prolongada devastación en Ucrania; y el regreso a Afganistán para retratar, con un proceso fotográfico único, la vida bajo un nuevo régimen. También hubo miradas a eventos globales desde perspectivas más íntimas, como el Vaticano en la espera de un nuevo Papa. En todos los casos, los jueces valoraron la calidad de la edición y, sobre todo, la capacidad de transformar acontecimientos conocidos en relatos que revelan algo nuevo, ya sea por el acceso logrado, la construcción poética de las imágenes o la humanidad con la que fueron retratados los protagonistas.

El ensayo ganador —centrado en Afganistán— fue reconocido por su fuerza estética y conceptual, pero también por la valentía de volver sobre un territorio fotografiado hasta el cansancio para encontrar otra mirada. El proyecto, realizado con colodión húmedo, mezcla técnica artesanal con urgencia contemporánea y ofrece un retrato distinto de un país marcado por la guerra. Otras series fueron destacadas por su potencia narrativa: el éxodo desde Libia hacia Europa, la violencia en Líbano, la persistencia de la guerra en Ucrania y la crudeza de la ocupación en Cisjordania. En conjunto, esta categoría recordó que el aporte iberoamericano al fotoperiodismo global ya no es marginal: es central, necesario y cada vez más influyente.

CATEGORÍAS ABIERTAS

Las categorías abiertas del POY Latam nacieron como un espacio para ensanchar los límites del fotoperiodismo y explorar nuevos lenguajes visuales. Si las categorías clásicas se centran en el testimonio directo, estas buscan reconocer la pluralidad de formas en que hoy se cuentan las historias: desde la manipulación creativa y la intervención de archivos hasta la experimentación con multimedia, fotolibros y proyectos de largo aliento.

Desde los experimentos autorales de Nuestra Mirada hasta las intervenciones críticas en Resignificar los Archivos; desde la fidelidad de los Proyectos de Largo Plazo hasta la frescura de los Nuevos Talentos; desde las narrativas inmersivas de Multimedia hasta la riqueza material de los Fotolibros, estas categorías mostraron que la fotografía iberoamericana vive un momento de gran vitalidad. Los jueces coincidieron en que este cruce entre periodismo, arte y memoria no debilita el fotoperiodismo: lo enriquece, lo renueva y lo proyecta hacia el futuro.

Nuestra Mirada

Cuando se presentó por primera vez en 2011, Nuestra Mirada fue una categoría disruptiva: abrió un espacio inédito para trabajos que se situaban en la frontera entre el periodismo y el arte, permitiendo el uso de manipulación digital y exploraciones más subjetivas. Desde entonces se ha convertido en la categoría más popular del POY Latam, un verdadero laboratorio donde los fotógrafos se atreven a cruzar lenguajes y a experimentar con nuevas formas de narrar lo real.

En esta edición, el jurado se enfrentó al desafío de evaluar propuestas muy diversas: desde collages digitales que reescriben archivos históricos hasta exploraciones íntimas sobre identidad y género. La discusión giró en torno a un tema central: ¿cómo diferenciar el artificio vacío de la experimentación que aporta sentido? Los jueces insistieron en que lo decisivo no es la técnica empleada, sino la honestidad de la mirada, la capacidad de las imágenes de interpelar al espectador y de ampliar nuestra comprensión del presente.

Los proyectos destacados mostraron ese cruce fértil entre arte y periodismo: relatos que reimaginan la memoria colonial, ensayos que exploran la violencia de género desde el autorretrato, o intervenciones visuales que confrontan la violencia política con símbolos poéticos. El trabajo ganador fue celebrado por su audacia formal y por la coherencia de su narrativa, demostrando que la subjetividad también puede ser un camino hacia la verdad. Para los jueces, Nuestra Mirada sigue siendo una categoría emblemática porque refleja la manera en que muchos fotógrafos contemporáneos transitan entre territorios: lo documental y lo artístico, lo íntimo y lo social, lo real y lo imaginado.

 

Proyectos de Largo Plazo

En un mundo dominado por la urgencia y lo inmediato, los Proyectos de Largo Plazo recuerdan que ciertas historias solo pueden ser comprendidas con paciencia, constancia y compromiso. Los jueces subrayaron que esta categoría no premia únicamente la calidad estética de las imágenes, sino la capacidad de acompañar procesos vitales, territoriales y culturales a lo largo de los años. Es, en esencia, un ejercicio de fidelidad: permanecer al lado de una comunidad, de un personaje o de un conflicto, permitiendo que el tiempo revele sus múltiples capas y significados.

Durante las deliberaciones, se destacó la diferencia entre un ensayo puntual y un verdadero proyecto de largo aliento. Mientras algunos trabajos ofrecían un “sobrevuelo” del tema, los proyectos más sólidos mostraban una secuencia trabajada, donde cada imagen sumaba al relato general. Los jueces valoraron especialmente aquellos ensayos en los que el fotógrafo lograba transformar lo complejo en narraciones visuales claras, construidas con respeto y profundidad, evitando caer en estereotipos o en el recurso fácil de la espectacularidad.

Los proyectos seleccionados abordan cuestiones centrales de nuestra región: migración y desarraigo, defensa de la Amazonía, búsquedas de desaparecidos, luchas feministas y la memoria de los conflictos sociales. Lo que los hizo destacar no fue solo la fuerza de las temáticas, sino la manera en que fueron contadas: con cercanía, con implicación personal y con una conciencia ética de lo que significa representar la vida de otros. Esta categoría nos recuerda que el largo plazo no es solo una medida de tiempo, sino una forma de mirar: lenta, atenta y comprometida con la verdad de los procesos humanos.

Resignificar los Archivos

Esta categoría invita a mirar hacia atrás para preguntarnos cómo el pasado sigue modelando el presente. Desde su creación, Resignificar los Archivos se ha consolidado como un espacio de experimentación y memoria: un terreno donde lo personal se entrelaza con lo político y donde los fotógrafos y artistas visuales cuestionan las formas en que los archivos han construido —y a veces distorsionado— nuestra historia. Los jueces insistieron en que no se trata solo de intervenir imágenes antiguas, sino de abrir diálogos críticos con ellas, develando silencios, tensiones y posibilidades de reparación simbólica.

Los proyectos finalistas abarcaron un abanico amplio de aproximaciones. Desde el rescate de fotografías de la dictadura uruguaya que mostraban la invisibilidad sistemática de las mujeres en los espacios de poder, hasta la intervención del archivo familiar para denunciar la violencia del machismo, el alcoholismo y sus cicatrices en generaciones enteras. Otros trabajos exploraron la memoria religiosa y sexual a partir de autorretratos monstruosos construidos sobre álbumes familiares; la historia de Tania Navarro, mujer trans que sobrevivió al franquismo y hoy es símbolo de resiliencia; o la resignificación del trauma del conflicto armado colombiano a través del musgo de los páramos, convertido en metáfora de resistencia y memoria. También se destacaron proyectos que abordaban abusos sexuales intrafamiliares, replanteando el archivo doméstico como campo de denuncia y sanación.

El jurado reconoció como ganador el proyecto El Tetas, que, al intervenir un archivo familiar marcado por el alcoholismo y el abandono, logró construir un relato crudo y visceral que mezcla denuncia, memoria y reconciliación. Otros trabajos —como Malignas Influencias, con sus intervenciones monstruosas sobre archivos religiosos; el proyecto sobre Tania Navarro; y las exploraciones sobre trauma y violencia en Colombia y Perú— fueron distinguidos como destacados. Para los jueces, esta categoría reafirma el poder del archivo como campo de disputa simbólica: un lugar donde el dolor se transforma en relato y donde la memoria se convierte en herramienta de resistencia.

Nuevos Talentos

La categoría de Nuevos Talentos busca reconocer y acompañar a fotógrafas y fotógrafos con menos de cinco años de experiencia. No se trata de premiar una “inmadurez”, sino de celebrar la valentía de quienes se atreven a experimentar, a narrar desde lo íntimo y a explorar lenguajes que amplían los límites de la fotografía documental y artística en Iberoamérica. Los jueces insistieron en que lo importante aquí no es la perfección formal, sino la autenticidad de la búsqueda, la capacidad de construir una voz propia y la honestidad con la que cada autor o autora se aproxima a sus temas.

Los proyectos finalistas mostraron la riqueza y diversidad de estas miradas emergentes. Hubo ensayos que narraban desde la primera persona, como el de una mujer trans que se retrata a sí misma y a su comunidad con fuerza poética; trabajos que abordaron la vida en construcción y el peso del oficio masculino desde autorretratos cargados de cansancio y dignidad; y exploraciones íntimas de relaciones fraternas, como la serie sobre trillizos que viven entre ternura, caos y sensualidad. También aparecieron proyectos de fuerte carga simbólica y experimental, que recurrieron al collage, al performance o a la intervención plástica para preguntarse qué significa el amor, la identidad o la memoria en nuestros días.

El ensayo ganador —centrado en la vida de tres hermanos trillizos— fue celebrado por su potencia sensorial, su cercanía física y su capacidad de narrar una situación única con crudeza y ternura a la vez. Otros trabajos fueron distinguidos como destacados: la serie sobre la comunidad trans y su derecho a la visibilidad; Cero Plumas, con sus collages arriesgados y poéticos; los autorretratos sobre identidad y memoria; y un trabajo que exploró la vida carcelaria femenina desde la metáfora visual. Para los jueces, todos ellos confirman que los nuevos talentos de la región no solo continúan la tradición documental, sino que también la expanden hacia terrenos híbridos, donde lo personal y lo colectivo, lo real y lo simbólico, se entrelazan para dar forma a nuevas narrativas.

Premio Carolina Hidalgo Vivar

Medio Ambiente

Este premio honra la memoria de Carolina Hidalgo Vivar, arquitecta del paisaje brillante y visionaria, que defendió la idea de que proteger la naturaleza no es solo un asunto técnico o legal, sino un acto de amor, ternura y responsabilidad. Su legado inspira a que esta categoría celebre a quienes luchan por la tierra, el agua y la vida en todas sus formas, recordándonos que el medio ambiente no es un tema periférico, sino central en nuestra existencia.

En la deliberación, los jueces reflexionaron sobre los riesgos de caer en un lenguaje visual demasiado literal —árboles talados, ríos secos, incendios— y destacaron el valor de miradas frescas, autorales y poéticas que renuevan nuestra forma de ver la crisis ecológica. Se discutió la importancia de proyectos que no solo muestran consecuencias, sino también resistencias y alternativas: desde brigadas de mujeres que combaten incendios en Argentina, hasta comunidades que buscan recuperar un color ancestral perdido en sus tejidos, o pueblos que peregrinan a los glaciares para mantener vivos los rituales que equilibran la naturaleza.

El ensayo ganador, Un Sueño en Azul, fue celebrado por su belleza y por la manera en que convierte la reforestación de una planta en un acto de resistencia cultural y ambiental. Los jueces destacaron que este trabajo abre un horizonte de esperanza en tiempos marcados por narrativas apocalípticas, recordándonos que la fotografía puede no solo denunciar la destrucción, sino también iluminar los caminos hacia un futuro posible. Otros proyectos —sobre la defensa de los cenotes en México, las brigadas de mujeres contra incendios y la vida íntima de familias que resisten en territorios áridos— fueron reconocidos como destacados. En conjunto, esta categoría reafirmó que mirar el mundo con los ojos de Carolina es hacerlo con sensibilidad, respeto y compromiso hacia todos los seres vivos.

Identidad y Género

La categoría de Identidad y Género se ha convertido en un espacio central para reflexionar sobre las luchas, los cuerpos y las narrativas que atraviesan a mujeres, disidencias sexuales, comunidades afrodescendientes e indígenas en Iberoamérica. Los jueces destacaron que aquí la fotografía no es solo testimonio, sino un campo de experimentación donde lo personal se vuelve político y donde las imágenes dialogan con memorias familiares, con heridas sociales y con procesos de resistencia.

Entre los trabajos más comentados estuvieron aquellos que abordaron el feminicidio en México y sus consecuencias en la infancia, con proyectos que, desde una estética de la ternura, documentan a niñas y adolescentes huérfanas de madres asesinadas. También se discutió la fuerza de ensayos que reconfiguran la masculinidad a través de autorretratos performativos, cuestionando qué significa “ser hombre” en un tiempo de rupturas y transformaciones. Otros proyectos abordaron la discriminación racial en Cuba a partir del cabello afro como símbolo de resistencia, o los procesos íntimos de sanación en familias marcadas por el machismo, la violencia o la enfermedad mental.

El jurado eligió como ganador el proyecto Cuidar ante la ausencia, que retrata la vida de niños huérfanos por feminicidio en México. Se destacó su capacidad para conjugar denuncia y ternura, memoria y resiliencia, a través de un lenguaje visual colaborativo con las familias. Otros trabajos, como Pelo Malo, que confronta el racismo en Cuba; El acto de ser él, que explora las tensiones de la masculinidad; y ensayos íntimos sobre vínculos familiares y resiliencia trans, fueron distinguidos como destacados. En conjunto, esta categoría reafirma que la identidad y el género no son temas marginales, sino ejes centrales para comprender las violencias y las potencias de nuestra región.

Multimedia

La categoría Multimedia refleja cómo el periodismo visual se expande más allá de la fotografía fija, explorando las posibilidades del sonido, el video, la animación y la interactividad para construir narrativas más complejas. Los jueces subrayaron que lo decisivo aquí no es la tecnología empleada, sino la manera en que todos los elementos se integran para dar fuerza a una historia. Un buen trabajo multimedia debe lograr lo que la fotografía sola no alcanza: ofrecer inmersión, contexto y una experiencia narrativa que dialogue con el espectador de nuevas maneras.

Durante la deliberación, se destacó la originalidad de proyectos que abordaban temáticas urgentes desde perspectivas innovadoras: retratos de comunidades drag que rompen con estereotipos, intervenciones visuales sobre archivos familiares, trabajos que denuncian la devastación ambiental en la Amazonía o relatos íntimos que mezclan performance y fotografía. Los jueces discutieron con especial interés cómo algunos proyectos lograban un equilibrio entre lo poético y lo informativo, evitando tanto la sobrecarga tecnológica como el riesgo de diluir el mensaje en artificios.

El jurado premió aquellos trabajos que, más allá del impacto visual, demostraron coherencia narrativa y un uso creativo de los recursos digitales. Se reconoció que estas propuestas expanden las fronteras del fotoperiodismo iberoamericano y muestran cómo las nuevas generaciones se apropian de múltiples lenguajes para seguir contando historias esenciales. La categoría Multimedia recordó que la fuerza de una narrativa no está en el soporte, sino en la capacidad de conmover, cuestionar y ampliar nuestra comprensión del mundo.

 

Fotolibros

La categoría de Fotolibros ha crecido hasta convertirse en una de las más esperadas del POY Latam. Los jueces destacaron cómo, en poco más de una década, la producción editorial en la región no solo se ha multiplicado, sino que ha alcanzado un alto nivel de profesionalización. El fotolibro ya no es un objeto marginal, sino un ecosistema vibrante que reúne fotógrafos, editores y diseñadores, y que se ha consolidado como uno de los lenguajes más potentes para narrar historias visuales en Iberoamérica.

En las deliberaciones, se subrayó que un gran fotolibro no depende únicamente de la calidad de las imágenes, sino de la coherencia entre contenido, diseño, materialidad y narrativa. Se discutió cómo algunos trabajos funcionaban más como catálogos que como libros con una voz propia, mientras que otros lograban un equilibrio magistral entre fotografía, texto y objeto. Los jueces valoraron especialmente aquellos proyectos que, además de proponer imágenes sólidas, construían atmósferas inmersivas, ritmos internos y metáforas visuales que invitaban a volver una y otra vez a sus páginas.

El libro ganador fue reconocido por su capacidad de conjugar investigación, memoria y diseño en un relato profundo y conmovedor, mientras que otras obras fueron distinguidas por su frescura, su audacia formal o su compromiso con temas urgentes de la región. En conjunto, esta categoría reafirmó que el fotolibro es hoy una de las formas más ricas de la fotografía contemporánea: un espacio donde se cruzan lo íntimo y lo colectivo, la experimentación y el testimonio, la poesía y el documento.